jueves, 20 de marzo de 2014

En busca de la felicidad desde 1995

Este texto fue publicado originalmente hace unos meses en el suplemento Vida+ del Diario en línea 24 horas. Hoy, al ser oficialmente el Día Internacional de la Felicidad, lo vuelvo a compartir aquí:

"En 1995, como muchos otros mexicanos, debido a la crisis, mis papás tenían 2 carros que nos hacían acudir frecuentemente al mecánico. Conocido como “El Güero”, un chaparrito simpático, muy platicador, alcohólico, con 3 talleres en distintos puntos de la ciudad y una mujer encargada de cada uno de ellos con las que tenía uno o más hijos. El negocio y patriarcado le funcionaban bastante bien, tenía empleadas y aprendices sin sueldo ni prestaciones. En una de esas tantas visitas a uno de sus talleres, me puse a platicar con uno de sus hijos, mientras éste le metía talacha al coche. Era un chico de 8 años quien en la plática me contó que estaba por cumplir 9. Le pregunté que qué quería de cumpleaños, luego de pensarlo contestó: “Pues ya ni sé, es que todo tengo: patineta, balón, Nintendo y bici, ya no necesito nada más”. La anécdota desde entonces se volvió una enseñanza de vida para mí, me pareció increíble (y aleccionador) como alguien quien pudiera ser visto por muchos con lástima dada su situación, sentía que en esta vida no necesitaba nada más para tener un “cumpleaños feliz”.
Quizá esto de alcanzar la felicidad a muchos les suene frívolo o muy subjetivo. La verdad es que desde la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, el derecho a buscar la felicidad, quedó consagrado en muchas constituciones como un Derecho Humano fundamental. Es decir, el Estado, debe promover y facilitar el que todos sus habitantes alcancen un nivel de satisfacción en su vida y en las diferentes dimensiones que la componen, incluyendo la salud, la seguridad, la libertad y el trabajo. De esta manera también, se puede medir el progreso de la sociedad.
Con base en esto, un lejano país como Bután, ha decidido reconocer la supremacía de la felicidad nacional por encima de los ingresos nacionales, desde principios de los 70, cuando adoptó el concepto de un Índice de Felicidad Nacional Bruta para sustituir al Producto Interior Bruto (PIB) y con esto, enfocar las políticas nacionales en buscar la satisfacción plena de todos sus habitantes más que en los logros económicos. Los indicadores que mide este índice son la promoción del desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario, la preservación y promoción de valores culturales, la conservación del medio ambiente y el establecimiento de un buen gobierno. Cosas, que a ojo de buen cubero, son difíciles de alcanzar, pero que claramente nos hablan de una especie de “sociedad ideal”.
Esto no quiere decir que la gente más feliz del mundo viva en Bután, ahí, simplemente se han dado a la tarea de buscar cómo medir de manera objetiva algo que sin duda, todos, de alguna u otra manera, queremos alcanzar. El hecho de reconocer que lo que realmente importa no es la satisfacción de las necesidades económicas únicamente sino una serie de factores que van más allá de esto, nos da la pauta para poner la felicidad en términos más serios y menos ilusorios. Se vuelve entonces algo más palpable.
Incluso, desde hace algunos años, El informe Happy Planet Index usa la esperanza de vida, la percepción del bienestar y la huella ecológica como indicadores para medir la felicidad media de los habitantes de cada país, y así obtener la lista de los países más felices del mundo, en cuya última medición, México ocupa el lugar 21 de 151 países.
Por su parte la encuestadora Gallup, mide también el nivel de “sentimientos positivos” de los habitantes de distintos países y encontró que no guardan relación alguna con los ingresos económicos ni mucho menos con el PIB. Así que, con esto podemos confirmar que la verdadera felicidad, la debemos buscar en otro lado."

sábado, 8 de marzo de 2014

Hoy también queremos flores


Un año más para conmemorar este día, ¿será que me toque vivir un 8 de marzo en que al fin podamos decir “ya no hay un motivo más para levantar la voz, al fin hemos alcanzado la equidad”? Ojalá.
Hoy fluyen los ríos de datos y cifras que le pueden demostrar a cualquiera que se niegue a creerlo, que no, no hemos alcanzado la equidad. Que por más políticas públicas aún falta mucho por hacer. Quizá llegue un día que no sean necesarias las cuotas de género forzosas en partidos políticos simplemente porque las mujeres estemos plenamente representadas en todos los niveles de poder y toma de decisiones. A lo mejor un día, todas las mujeres podrán ganar lo mismo que un hombre si realizan la misma actividad profesional que ellos y contarán con prestaciones suficientes para sentirse tranquilas en su centro de trabajo sabiendo que sus hijo/as están bien atendid/as. Tal vez pronto nadie será capaz de poner en duda que vale la pena que una niña termine su educación básica y continúe sus estudios hasta donde sus sueños la quieran llevar.
La verdad a estas alturas, corresponde conmemorar una vez más lo que muchas han logrado, voltear atrás y ver que mujeres de generaciones previas podrían decir que estamos a kilómetros de distancia de lo que ellas padecieron y que ya casi lo logramos, pero creo que la vida, los años o  la madurez, me han hecho un poco amargada menos optimista que antes, veo que no es fácil, compruebo con tristeza que lo que más pesa es la falta de sororidad y de aspiraciones de muchas, ese encasillamiento en el “así es, así siempre ha sido, ¿por qué habría de cambiarlo yo?” como resultado de tanto que lo han visto y escuchado, como un proceso de resignación que a veces suena a conformismo por mera comodidad pero que mucho tiene que ver con ese taladreo de frases y actitudes misóginas que se van quedando poco a poco en el subconsciente.
Ojalá que si no me toca a mí, al menos le toque a mis alumnas, a todas esas generaciones que han pasado por mis manos, a la chica que me ayuda en casa y a sus parientes y, por supuesto, a mi hija, sobrinas y futuras nueras. Por todas ellas, creo que vale la pena que esta generación, la nuestra, la de mis tiempos, las que ya no somos “millennials” pero tampoco somos abuelas chapadas a la antigua rompamos esquemas, quitemos tabúes y demostremos que se puede y que vale la pena luchar por ello.
Si a alguien le falta inspiración y para no saturar con frías cifras, les dejo mejor este poema de una de mis autoras favoritas:

"Ocho de Marzo”

Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres,
¡Qué poco es un solo día, hermanas,
qué poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas!
Desde la cuna donde nacimos hasta la tumba donde dormiremos
-toda la atropellada ruta de nuestras vidas-
deberían pavimentar de flores para celebrarnos
(que no nos hagan como a la Princesa Diana que no vio, ni oyó
las floridas avenidas postradas de pena de Londres)
Nosotras queremos ver y oler las flores.

Queremos flores de los que no se alegraron cuando nacimos hembras
en vez de machos,
Queremos flores de los que nos cortaron el clítoris
Y de los que nos vendaron los pies
Queremos flores de quienes no nos mandaron al colegio para que cuidáramos a los hermanos y ayudáramos en la cocina
Flores del que se metió en la cama de noche y nos tapó la boca para violarnos mientras nuestra madre dormía
Queremos flores del que nos pagó menos por el trabajo más pesado
Y del que nos despidió cuando se dio cuenta que estábamos embarazadas
Queremos flores del que nos condenó a muerte forzándonos a parir
a riesgo de nuestras vidas
Queremos flores del que se protege del mal pensamiento
obligándonos al velo y a cubrirnos el cuerpo
Del que nos prohíbe salir a la calle sin un hombre que nos escolte
Queremos flores de los que nos quemaron por brujas
Y nos encerraron por locas
Flores del que nos pega, del que se emborracha
Del que se bebe irredento el pago de la comida del mes
Queremos flores de las que intrigan y levantan falsos
Flores de las que se ensañan contra sus hijas, sus madres y sus nueras
Y albergan ponzoña en su corazón para las de su mismo género

Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos pantanos
donde el agua de nuestros ojos se hace lodo;
arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos,
de las que tenaces, una a una, tendremos que surgir.

Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres.
Queremos flores hoy. Cuánto nos corresponde.
El jardín del que nos expulsaron.