domingo, 1 de julio de 2012

Un soldado en cada hijo de te dio

Ya es hora, en este momento  prácticamente en todo el país miles de ciudadanos están listos para que esta democracia funcione correctamente y todos podamos ir a expresar nuestra decisión, si no por la mejor opción, sí por la menos peor.

Me confieso apasionada de los procesos electorales de este tipo, de los ciudadanos, donde la mayor parte del peso y responsabilidad de los resultados recae sobre los hombros de gente como cualquiera de nosotros. Serán ellos las autoridades, serán quienes cuenten los votos (con todo y sus divisiones fraccionarias para cada partido en caso de coaliciones, cosa que hay que aplaudir) y serán también cientos de miles de ellos quienes las vigilen, ya sea para su partido, para organismos ciudadanos o por su cuenta. Mis respetos a todos ellos. Hoy se hace muy palpable eso que dice nuestro Himno Nacional de: “… Un soldado en cada hijo te dio…”, ahí están esos soldados, listos y dispuestos para trabajar un día y algunos hasta un rato más, por esto que llamamos democracia.

Desde que soy mayor de edad siempre he participado activamente en todos los procesos electorales, en algunos no sólo votando, he tenido oportunidad de ser observadora, he recibido medios de impugnación y quejas; he coordinado y capacitado encuestadores y durante años la casilla de mi sección estuvo ubicada en mi domicilio familiar. Me consta el esfuerzo de estos soldados.

Son esos soldados a los que hoy pasaré a saludar y agradecer por su esfuerzo más allá de colores, triunfos y resultados. No tengo por qué dudar de su trabajo y menos creer en todas esas historias que van de lo ridículo a lo sublime pasando por lo retro y la ignorancia que hablan de la burda manera en que se supone se puede cometer un fraude el día de la elección. Por un momento estas historias me enojaron, estuve dispuesta a discutir y argumentar el por qué eran falsas. Por prudencia, en algunos casos me ahorré el comentario. Luego decidí reír de ellas y confiar en que será el tiempo y los votos quien ponga a cada uno en su lugar.

En esta democracia tan nuestra, luego de este curioso periodo de campañas en el que relucieron más los chismes, los grupos paralelos que surgieron alrededor o en contra de ciertos candidatos y en algunos casos brillaron más las ausencias que las presencias, debemos todos tener bien claro que lo mismo vale el voto del que se dejó convencer por una torta que el del que se convenció por la promesa de un hueso, incluso, el que decidió dejarse llevar por el físico, en contra de cierta voz, por una cadena de correo electrónico enviada por alguien del más allá o por el que se dedicó a informarse sobre propuestas, vialidad de las mismas, equipo de trabajo y que le conoce bien a cada candidato. Es más, esto de la ciudadanía nos dice que vale lo mismo el voto del que tiene mucho que perder y el del que tiene poco. Por un día, por un momento, nuestra expresión, vale y pesa lo mismo vengamos de donde vengamos y tengamos lo que tengamos.

Que no se nos olvide hoy, que más allá de la elección de Presidente de la República, hay muchas curules en juego y que tenemos que decidir muy bien a quiénes damos uno de esos 628 espacios que tanto influyen en nuestro país y en cuyas manos están decisiones tan importantes. Una buena leída al reverso de las boletas para candidatos a Diputados y Senadores quizá nos dé una desagradable sorpresa que nos haga cambiar la decisión que ya teníamos en mente.

 A ellos, a quienes resulten ganadores como mis representantes les exigiré asistir, y más a quienes no fueron electos por voto directo si no por mayoría relativa o por la vía plurinominal. Estaré al pendiente de sus votaciones, de sus propuestas y de sus dictámenes. Lo mismo haré con los 27 diputados que corresponden al Congreso Local de mi Estado. En la medida de mis posibilidades les haré marcaje personal.

Ojalá seamos capaces de dejar a un lado las pasiones y fanatismos que a veces nos hacen idolatrar y ver la realidad de manera muy subjetiva. Ojalá dejemos de creer en conspiraciones baratass y creamos más en todos los ciudadanos que como nosotros lo único que quieren es un mejor lugar donde vivir, es una patria digna de ser heredada. Ojalá no tergiversemos la historia, las reglas de juego ni el derecho de muchos a nuestra conveniencia. Ojalá sepamos estar a la altura de las circunstancias y sepamos disfrutar esta fiesta de la democracia (aunque suene a cliché) porque una leída de nuestra historia nos indica que para llegar hasta aquí, tuvieron que sufrirle muchos y no se vale tirar por la borda todo su esfuerzo así de fácil. Ojalá…